En la biología hay un concepto muy utilizado que es la recompensa. Desde una mirada evolutiva, el amor o más específicamente el placer de sentir amor está relacionado con los circuitos neuronales asociados a las recompensas y éstos son bien específicos. Aquellos circuitos se asocian al control del placer y son los mismos que están relacionados a las adicciones.
El caso de personas autistas es tal vez un buen punto ejemplo para entender el amor. Quienes tienen problemas de empatía o de relaciones sociales tienen aquellos circuitos neuronales alterados. La sensación del amor tiene que ver con procesos que suceden en el sistema nervioso y que generan una manifestación biológica.
Hay distintas formas de amar. Es un concepto con muchas dimensiones en donde es imposible generar un determinismo. Cuando uno habla del amor se entrelazan distintas miradas. Hay amor en distintos niveles. Se mezcla sociología, psicología, biología, neurociencia, la ecología, entre otras disciplinas, porque es una manifestación compleja de la conducta que tiene que ver en un contexto en sociedad.
Analizar el amor es difícil. Hay muchas preguntas que no tienen y probablemente nunca tendrán una única respuesta ¿Qué es el amor? ¿Qué es la consciencia? ¿Qué es la memoria? ¿Qué es el lenguaje? No tenemos respuesta. Si bien podemos tener ciertas definiciones o entender algunos componentes desde algunas disciplinas, nunca llegaremos a una sola definición. El determinismo está pasado de moda.
El amor existe sólo en un contexto social, desde la interacción con los otros. Si fuéramos animales individuales que nos auto reproducimos el amor o la sensación de amor probablemente no existiría. La biología es plástica y dinámica en donde en cierto modo los limites corporales que uno ve no son tan claros ni rígidos, porque la experiencia de cada uno con otros modifica la biología de las neuronas de otros a través del lenguaje y la interacción social. Hay un efecto molecular que se manifiesta a largo plazo.
Dicho de otro modo, las capacidades no dependen solo de uno mismo y sino también del entorno el cual va a modificando el potencial cerebral y las capacidades de amar. Por referenciar, una persona dañada por stress probablemente no sienta el mismo amor por las mismas situaciones que el resto de las personas.
¿Los otros animales sienten amor? No lo sabemos. Todavía. Tal vez cuando entendamos cómo se codifica la sensación de placer que entrega el amor en nuestro sistema nervioso podamos entender si existe el amor en otras especies.
El ser humano posee un cerebro que lo hace ser lo que es, pero ese cerebro no es simplemente un conjunto de neuronas conectadas sino que, al estar relacionadas, desde las partes en sus organización dinámica da nacimiento a la humanidad. Dicho de otro modo, las conductas humanas que emergen desde las propiedades del sistema nerviosos forman una nueva capa que es la sociedad.
Por eso en el amor hay sensaciones biológicas. Hay circuitos que los hacen posible, pero eso tiene sentido solo si existe el lenguaje y en reconocer y aceptar el otro. Se necesitan muchas miradas para entender un proceso tan complejo como sentir amor.
Lo anterior nos lleva a pensar que si emociones tan importantes para la humanidad dependen de la biología, entonces son modificables. Eso es interesante pensando en que pasará con la humanidad hacia adelante. Por ejemplo, podemos crear drogas que alteren los circuitos nerviosos que permitan ser personas más amorosos.
Ambientes más estimulantes tienen efecto en el sistema nervioso. Al modificar variables del entorno se tienen impactos biológicos. Hay cambios concretos físicos. Si uno entiende como las variables sociales y ambientales influyen en tu disposición a amar a nivel biológico podemos avanzar más probablemente hacia una sociedad más amorosa.
Conversación con Claudio Hetz, neurocientífico