El origen de nuestra existencia

En África se encontró un hueso de un primate en el cual estaban tallados los ciclos de la luna. Se estima que tiene una antigüedad de aproximadamente 10.000 años atrás. Ese hallazgo comprueba que desde el origen del homo sapiens ha existido un interés por entender los fenómenos que ocurren en el cielo.

Con la invención de la escritura, los Babilonios en Mesopotania empiezan a escribir los ciclos del sol y la luna e incluso aplicaron modelamiento matemático para descubrir la regularidad de los eclipses. Ese conocimiento astronómico luego pasó a manos de los griegos que lo elevaron a un nivel superior a través de la geometría. Determinaron que la tierra era curva.

Sin embargo, no fue hasta el Renacimiento donde se comprueba empíricamente que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés derribando todo el sentido común hasta ese entonces. El sol queda instalado al centro del sistema. Luego, gracias a la invención del telescopio, se empiezan a entender las galaxias. La nuestra fue denominada Vía Láctea. Ya entrando al siglo XXI se conocen otras galaxias y se comprueba que éstas no son estáticas, sino que se alejan unas de otras. El universo está en expansión.

Gracias a este descubrimiento podemos saber que todo pasado debiera estar más comprimido, más concentrado. Por ello, en algún momento del tiempo todo estaba en un solo punto. A eso le llamamos bigbang. Ese es el comienzo de todo. El espacio mismo empieza a desdoblarse de sí mismo desde un tamaño microscópico más chico que un átomo. De esa expansión surgen las galaxias, luego surgen los planetas, luego surge la vida. Es una historia fascinante, pero vayamos por parte. 

Ya en el planeta tierra surgen las moléculas y nace una en particular que puede replicarse a sí misma; el ADN. Surge la vida. Primero los reptiles, aves y eventualmente los mamíferos. Inesperadamente, cae un cometa hace 65 millones de años que destruye prácticamente toda especie de vida. Se extinguen los dinosaurios. A partir de este evento fortuito-cósmico-azaroso se desarrollan los mamíferos y dentro de esa familia, hace 200 mil años atrás se desarrolla uno en particular; el homo sapiens. Se trata de un mamífero con una condición especial. Si bien tiene un sistema central nervioso similar a las otras especies, su gran diferencia es la generación de consciencia de su existencia. Esa condición le otorga un estadio superior en la evolución.

¿Para qué sirve saber esto? El reloj está en el cielo. El sol nos dice las horas y las estaciones del año. Hay un sentido muy práctico de porque necesitamos estudiar el universo y los astros. Si bien etimológicamente el estudio de los astros debiera llamarse astrología, sin embargo dicha palabra, desde la invención del horóscopo, ha sido utilizada para explicar la influencia que pudiesen tener los astros en el comportamiento de las personas. Por ello astronomía significa medición de los astros.

También existen un sentido filosófico-espiritual-existencia. Hay una curiosidad intrínseca del homosapiens, producto de su consciencia, que lo lleva a preguntarse por su sentido en el universo. Por medio del ser humano, a través de sus ojos, el universo se mira a sí mismo. Eso es irrenunciable. Sería una tragedia que dejáramos de preguntarnos por el universo y reflexionar sobre nuestro origen. Sería como que el universo perdiera su consciencia.  

Acabamos de conocer por primera una fotografía de un agujero negro que está a 55 millones de años luz. ¿En qué le afecta eso a una persona? ¿Por qué todo el mundo está alucinando con esa proeza tecnológica intelectual?. Este hecho refleja el gran interés por entender el universo. Estamos viendo algo que no emite luz. El ingenio del ser humano logró tomar una fotografía de algo que no se puede ver.

Quizá el ruido ambiental impide la tranquilidad para que las personas reflexionen permanente sobre el universo. Sin embargo, el potencial está. Lo importante es dejar los espacios para que todas las personas puedan reflexionar, leer, pensar, hacerse preguntas. Hay cielo para todos.

Conversación con Mario Hamuy, astrónomo.