La semana pasada el Presidente de Uruguay en el marco de la Cumbre Río + 20 Brasil hizo algunas preguntas en su intervención. Preguntas muy obvias, pero a la vez muy complejas. Preguntas que a veces olvidamos hacer, por ingenuos, por desorden o simplemente adrede. Él, en vez de hablar de la crisis económica se cuestionaba lo siguiente;
¿Qué es lo que buscamos? ¿Somos realmente felices? ¿Estamos gobernando nuestras invenciones o dejamos que ellas nos gobiernen a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y que estamos todos juntos en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?”
Desde ahí empecé a pensar cuantas veces al día, al mes, al año nos tomamos el tiempo para hacernos estas preguntas tan simples y básicas, pero a la vez tan complejas e importantes. Cuántas veces pensamos para qué hacemos lo que hacemos y no solo el cómo lo hacemos.
La primera responsabilidad social -personal, empresarial, de los gobiernos y de toda una sociedad- es generar los espacios para que podamos hacernos estas preguntas. Dar la garantía y plataforma para cuestionar cosas simples, pero fundamentales. Permitir que TODOS, no solo quienes tienen cargos de poder, puedan cuestionar el para qué de nuestras acciones. Exigir que todos pensemos constantemente el fin primordial de nuestras iniciativas que se catalogan bajo el apellido de “sociales” o “sustentables”.
En el ámbito organizacional, y en el desarrollo de la anhelada responsabilidad social empresarial, estos cuestionamientos son cada vez más necesarios. Antes de diseñar planes, políticas y proyectos para alcanzar un desarrollo social y sustentable lo primero es que todos internalicemos la necesidad de aquellas acciones. ¡Hagamos voluntariado corporativo!, pero ¿Para qué? ¡Andemos en bicicleta y reciclemos!, pero ¿Por qué? Una exclamación sin su respectiva pregunta no sirve de nada. Las respuestas a esas preguntas es una tarea de todos. Lo importante es que debemos darnos cuenta que es imposible tener respuestas si no nos hacemos las preguntas previamente.
Si no nos damos estos espacios dentro de un equipo de trabajo, difícilmente podremos construir una verdadera responsabilidad social. Tener equipos críticos pero propositivos, es el primer paso para lograr un desarrollo equitativo y sustentable para todos, no solo para algunos.