El amor por las fundaciones lo heredé de mi padre quien desde siempre ha colaborado con hogares de niños. Sin embargo, en la universidad empecé a tomar mi propio camino y hacer de este propósito algo propio a partir mis propias experiencias. Comencé participando en trabajos voluntarios.
Al terminar mi carrera mi deseo era seguir trabajando en causas sociales. Era el año 2011 ¿Podría dedicarme profesionalmente a esto? No conocía nada al respecto. Todas las ferias laborales de mi carrera estaban enfocadas a empresas. Sentí miedo de un futuro frente a un computador en donde mi quehacer diario fuera jugar a La Gran Capital, pero esta vez en la vida real.
En ese mismo momento en el cual buscaba mi primer trabajo, unos jóvenes chilenos estaban emprendiendo. “Pegas con Sentido” era el nombre de su empresa y fue como si hubieran creado una solución personalizada para todos mis miedos.
Un portal de trabajos para apoyar que organizaciones sociales puedan promocionar sus ofertas. Está claro, los sueldos eran menores a lo que ofrecían las empresas, pero era lo que sabía que me traería felicidad. O al menos una linda experiencia para partir pensé en ese momento. Luego podrás ser un muy buen gerente de responsabilidad social empresarial me dijo un profesor cuando le conté de mis expectativas laborales. Me inscribí de inmediato y empecé a postular.
Al poco tiempo fui llamado a entrevista en una fundación que trabajaba con familias que viven en campamentos. Estaba viviendo un sueño. Fui aceptado y empecé a conocer el mundo de las fundaciones desde adentro. Y me enamoré aún más.
Hace 10 años el mundo era distinto, muy distinto. No había WhatsApp, me gusta resumirlo así. Para mi sorpresa, las fundaciones se estaban organizando en una iniciativa llamada “Comunidad de Organizaciones Solidarias” con el propósito de fortalecer el sector social y como su nombre lo indica, ser comunidad.
No dudé en incorporarme en todas las actividades posibles. Era un ambiente muy reflexivo. Todo encuentro estaba al borde de convertirse en un retiro espiritual. Cuando hablaba con mis compañeros de universidad y comentábamos nuestros trabajos, muy pocos podían entender el mío y en especial aquellas actividades a las cuales asistía. Ellos pasaban de capacitación y capitación sobre, en ese entonces, los populares FODA. Yo en cambio, asistía a actividades grupales en donde había que abrazarse y meditar.
Hoy la Comunidad sigue existiendo. La conforman más de 200 organizaciones. Es el corazón del ecosistema de las fundaciones. Pegas con Sentido también existe y también ha crecido y sigue entregando posibilidades de trabajo con propósito social a muchas más personas. Me gusta pensar que hay muchos estudiantes que acaban de terminar su carrera y, al igual que yo 10 años atrás, se encuentran y se sorprenden con este portal.