Tengo rabia

Escribo esta columna mientras espero entregar una documentación en una oficina del gobierno central. Llevo una hora esperando y les confieso tengo mucha rabia. No tengo rabia por la espera ni mucho menos con los colegas que trabajan ahí. Mi rabia es contra la desigualdad pública. Les cuento que no sé si estoy en un hotel cinco estrellas o en un servicio público. Todo es perfecto, sillas anatómicas, aire acondicionado para el calor, calefacción central para el frio, ventanas con termopanel, computadores de última generación, baños en excelente estado, mobiliario increíble similar a cualquier empresa ubicada en el barrio El Golf de Santiago.

Algunos dirán “que alegria que la gestón pública se esté modernizando” Yo apoyo está moción sin lugar a duda, pero con un sólo alcance; que esa modernización sea equitativa para todos los funcionarios públicos. Lamentablemente no es así, ya que la mayoría de los municipios de nuestro país vive una realidad completamente opuesta a esta infraestructura de gestión pública moderna.

Si desde la institución pública central generamos una desigualdad tan grande me pregunto cómo esperaremos combatir la desigualdad social si literalmente gran parte del día aquellas autoridades viven en un ambiente irreal para el Chile actual. La verdadera realidad está en los territorios, está en las comunas. Es ahí donde llega el vecino y la vecina a reclamar por sus derechos, a solicitar apoyo, a gestionar permisos o simplemente a gritar una voz de auxilio. No al ministerio, no a las seremias, no a los servicios públicos, no al resort. Y lamentablemente en gran parte de los casos dichos funcionarios municipales no cuentan con condiciones laborales apropiadas para ejercer un buen labor. 

Para justificar este escenario desigual muchas veces se subestima la gestión municipal en base a una supuesta baja capacidad de gestión argumentando su autonomía política y administrativa[1].  Yo me pregunto; cuántas autoridades que trabajan en el gobierno central, sin importar orientación política, están dispuestos a dejar sus cargos en los ministerios para ir a trabajar a un municipio. Y no hablo de Providencia, Santiago, Las Condes o Vitacura. Hablo de municipios como Calle Larga, Lanco o Combarbalá. Cuántos diputados y senadores estarían dispuestos no ir a la reelección para ser candidatos a alcalde de Montepatria, Santa Juana o Tocopilla. Veamos si es tan fácil.  

La realidad dice que nunca en la historia de Chile un alcalde ha llegado a ser Presidente de la República. Estoy seguro que si fuera un requisito ser alcalde previamente antes de ser candidato a presidente otro tipo de políticas públicas tendríamos. Políticas públicas con pertinencia territorial y adaptadas al Chile actual. Paradójicamente el edil que ha estado más cerca de lograr ser presidente fue un alcalde de Las Condes. Curioso. 


[1] Para profundizar en este tema recomiendo leer Las Ciudades rodean al Estado  por Jordi Borja publicado en http://www.plataformaurbana.cl/archive/2014/09/19/opinion-las-ciudades-rodean-al-estado-por-jordi-borja/#more-81334