El fin de semana que recién pasó fui al Festival Frontera en el Estadio Bicentenario de La Florida, la cancha del Audax Italiano. Una fiesta.
Tocó Attaque 77, una de las bandas favoritas de mi pubertad, época en la cual se consumía mucha música de mano en mano (o mejor dicho de cassette en cassete, ya que aún no llegaba YouTube ni Spotify a nuestras vidas). Esos tiempos iba también acompañados de una frustración de no poder ver en vivo a aquellas agrupaciones. Eran los dosmil.
Pero en esta década todo ha sido distinto. La primavera de la música. Lamentablemente vivimos en aquella década NN de todo siglo. No suena decir la década de los diez, pero independiente de la marca generacional al parecer estamos viviendo los nuevos sesenta. Bienvenidos sean y toda la revolución política, cultural y de alegría que eso conlleva. Coincidencia o no, el año 2011 fue el primer Lollapalooza y la revolución estudiantil más grande de la historia chilena reciente.
El sábado pasado fueron 35.000 personas que disfrutaron el placer de escuchar la música y sentir libertad aunque fuera por tan sólo un día (y a un precio mucho más accesible que el Lollapalooza y organizado por chilenos). Los más místicos dicen que la energía de todos aquellos fanáticos se impregna en los lugares.
Si es así, probablemente el día que Audax vuelva a jugar de local gane.
Debería