Compartir, no competir

Un chef de televisión el otro día contaba la necesidad de que los aliños y alimentos que uno utiliza para cocinar sean compatibles, pero que en la práctica eso muy pocas veces ocurre dando como resultado una cantidad inmanejable de sabores en tu paladar; la pimienta por un lado, el orégano por otro, las verduras tratando de sobresalir, los aceites entregando sabores desparramados y la carne con cada vez menos sabor a carne. El decía “los sabores deben saber compartir y no competir en una comida”. Existen algunos elementos que permiten esa unión armoniosa de los sabores, por ejemplo, el vino, quien hace que los aliños y distintos sabores puedan lograr esa anhelada alianza.

Después de ver ese programa y cocinar un par de comidas pensé cómo en las intervenciones sociales ocurre algo muy similar; Existen una gran cantidad de organismos que ejecutan proyectos para el beneficio de una determinada comunidad con necesidades sociales. Por un lado el gobierno ofrece beneficios a gran escala, por otro los municipios buscan implementar programas de apoyo local. Por un lado, existe un auge de organizaciones no gubernamentales que diseñan programas con mínimos presupuestos, por otro, empresas implementan políticas de RSE. Por último, personas incomprendidas con todas las opciones anteriores buscan generan iniciativas por cuenta propia.

…Aliños, aceites, carnes, verduras que crecen de forma exponencial pero sin ningún vino que logre hacerlos compartir y no competir. Hoy urge la necesidad de poder generar una coordinación de actividades, y quizás también, muchas veces una fusión o una salida de estos aliños/iniciativas sociales. Pero no, hoy es una competencia y lo peor es que no está declarada. Sobre todo en el tercer sector, muy pocas veces estamos dispuestos a dejar de lado un proyecto porque otro lo puede hacer mejor o bien fusionarse con otras instituciones. Por lo general prima la noción de “más es mejor” “la competencia aquí no existe”.

Falso.  La competencia en el tercer sector si existe como en cualquier mercado; los socios son escasos, los recursos son escasos, las capacidades son escasas, el tiempo es escaso y muchas veces el tener muchas intervenciones sociales similares y/o relacionadas puede ocasionar un resultado adverso para quienes son los beneficiarios finales. Sin embargo, el desafío no está en declarar una competencia abierta y animalesca entre ONG´s – Gobierno – Ciudadanía, sino en cómo es posible comunicarnos de manera efectiva entre los distintos actores. No sólo a través de redes de colaboración esporádica, sino con estrategias de trabajo conjunto permanente.

Poder compartir y no competir.

Pero, para que eso ocurra, alguien en cada caso debe tomar el rol del vino en las comidas. ¿Quién?