Gracias por verme

¿Cómo vencer esa indiferencia hacia el resto? El arte en cierto modo a lo largo de la historia ha perseguido ese propósito. Si pensamos en la “Oda a la Cebolla” de Neruda podemos ver cómo un vegetal que existe en nuestro diario vivir adquiere una dimensión inédita gracias al arte. Una dimensión no vista. Nos acerca a través de las emociones. 

Y todas las emociones son de origen cultural y son las que nos permiten vernos y reconocernos. Hay emociones culturales que se van conservando a lo largo de la historia. Si dos personas se  logran ver y empiezan a interactuar, lo que primero que se evidencia es el deseo de estar juntos en ese momento. Luego, al reconocerse y escucharse, aparece una conexión sensorial, operacional y relacional con el otro y consigo mismo. Suena fácil, pero en este presente se ha vuelto una tarea compleja.

¿Qué ocurre en los animales? Las aves vuelan en bandadas, los mamíferos caminan en manadas, los peces nadan en cardúmenes y también, en parte, las plantas se colaboran unas con otras para encontrar juntas la vista al sol. Al parecer, no les resulta problemática su existencia.

¿Sentirán amor? Aún no lo sabemos, pero si nos percatamos que a pesar de no tener consciencia se miran y reconocen unos a otros y generan un convivir colaborativo. Su objetivo, al igual que nosotros, perpetuarse como especie.

Los seres humanos también somos animales, pero cada día caminamos más solos y ciegos. Un día, una mujer que caminaba por la calle mirando el celular le agradeció a un hombre que tuvo que correrse ya que de lo contrario chocaría con él.

Qué es lo que agradece le pregunto el hombre.

Haber sido vista respondió la mujer.