¿Quién conoce Chile?

Este año me propuse conocer Chile. Tomé mi mochila y empecé a viajar a distintas comunas y territorios en especial a aquellos que no aparecen en las páginas de Sernatur. Quería conocer a chilenos, no a extranjeros con grandes cámaras. Entender cómo es esta generación y la diversidad de climas, territorios y personas que componen cada una de las 346 comunas de Chile. Quería contar en cuántas comunas las botillerías tienen rejas y en cuántas no. Cuántos semáforos han irrumpido la tranquilidad de la vida rural convirtiéndose en barrios urbanos. En cuántas ciudades la comunidad es hincha del equipo local y no del Colo Colo o la U. Quería hacer algo así como un ¨Magíster en Chile”

No fui a San Pedro de Atacama, si a Tocopilla, Caleta Hornos y Freirina. No quise dormir en Iquique, si en Alto Hospicio. Conocí la tranquilidad de Trehuaco, Quirihue y la emoción de ser parte de la nueva Región del Ñuble. Viví en la eterna primavera, en el oasis de Pica y en el místico del Valle de Elqui. Comí huevos fritos con merquén en Lumaco, pastas en Capitán Pastene y un churrasco italiano en Purén Indómito. No me motiva mucho conocer Torres del Paine, si ver la vida de Melinka en la Isla de las Guaitecas. Caminando por estos territorios constantemente me preguntaba ¿cuántas personas llegan a conocer realmente Chile? Pocas pensé y pienso.

Lo primero en darme cuenta fue que no conocía nada, o casi nada del país que decía conocer y del que hablaba en otras columnas como esta. Que el norte es un país distinto al sur y seguramente al extremo sur. Vi que Chile es muy bonito pero que cada día está más feo (sí, feo) sin agua, con forestales y termoeléctricas destruyendo verdaderos paraísos naturales y humanos. Es más, estuve en varias comunas iguales a Springfield de Los Simpsons. Comprobé que somos un país ridículamente centralizado y esto no tiene para cuando cambiar (desde la elección Lagos – Lavín que todos los candidatos han prometido la elección democrática de los intendentes).

En fin, da para largo resumir una bitácora de viajes. Tampoco quiero incentivar a que todos viajen por Chile o que conozcan Alto Hospicio en vez de Isla de Pascua, cada cual con sus intereses. Pero después de este viaje estoy convencido que es requisito para quienes estamos trabajando en políticas públicas ya sea en el gobierno, fundaciones, universidades o de manera independiente dedicarle tiempo a conocer en terreno la gran diversidad de este país. Mientras Chile no sea un país descentralizado es importante que quienes deciden hoy las políticas públicas descentralicen su visión del país.