¿Quién necesita un incendio para darse cuenta de que Chile no es un país desarrollado? La mayoría de los chilenos no necesita un terremoto, ni un incendio ni una cobertura especial de los medios de comunicación para conocer esta realidad. No la necesitan porque son parte de ella.
Hace unos días hubo un incendio en Valparaíso ¿se acuerdan? Como ya estamos acostumbrados cada vez que existe este tipo de catástrofe inmediatamente todo el país se organiza para ayudar y los medios de comunicación copan sus parrillas con todos los pormenores del suceso.
En medio de aquella cobertura noticiosa me parecieron muy particulares diversas declaraciones que señalaban que una catástrofe como esta deja en evidencia la realidad que viven miles de familias en Chile. En otras palabras, un incendio deja al descubierto cómo viven millones de chilenos y que falta mucho para poder adjudicarnos la categoría de país desarrollado, a pesar de poseer el título del país latinoamericano con mayor PIB per cápita. Que no estamos ni cerca de tener un crecimiento equitativo para toda la población y que aunque prontamente el ejercicio matemático nos dé como resultado un PIB per cápita superior a US$ 20.000 seguiremos siendo un país en situación de pobreza.
Mi pregunta es; ¿quién necesita un incendio para darse cuenta de que Chile no es un país desarrollado? La mayoría de los chilenos no necesita un terremoto, ni un incendio ni una cobertura especial de los medios de comunicación para conocer esta realidad. No la necesitan porque son parte de ella. Sin embargo, existe un grupo minoritario de personas que si requiere estas catástrofes y su cobertura noticiosa para darse cuenta que no vivimos en un mundo perfecto, que Chile no termina en Av. Padre Hurtado y que el centro cívico del país no es el Alto Las Condes. Que su realidad, aquella realidad representada continuamente por las teleseries nocturnas de TVN, no es la realidad de la mayoría de los chilenos.
El incendio de Valparaíso pudo mostrarle también a ese pequeño grupo que la vulnerabilidad no sólo la encontramos en aquellas familias que viven en situación de extrema pobreza, tradicionalmente representada en los medios de comunicación por tomas y campamentos, sino también en familias de clase media, aquella famosa clase media de vida de barrio, de promesas de gobierno e ícono marketero del progreso del país.
No debemos esperar un nuevo especial de prensa de alguna catástrofe para conocer esta realidad ni tampoco buscar muy lejos. En casi todas las comunas de nuestro país podemos encontrar situaciones de pobreza en diferentes grados y expresiones, con familias altamente vulnerables por diversas variables y que distan mucho de tener un estándar de vida acorde con el soñado PIB per cápita cercano a los US$ 20.000, a pesar de tener un techo donde vivir. Nuestro deber es siempre querer conocer constantemente cómo es realmente nuestro país, abrir los ojos con el fin de movilizarnos y actuar de forma periódica, no sólo para catástrofes mayores.
P.D.: El incendio de Valparaíso no terminó con el fin del programa televisivo.