Vínculos gratuitos

Los seres humanos fuimos hechos para vivir en comunidad. Nos necesitamos mutuamente y para poder vivir requerimos establecer vínculos sanos con las personas que nos rodean donde reconozcamos la dignidad de cada uno por igual independiente de su origen. Ese respeto básico de la dignidad por el otro parte por mirar a las otras personas como alguien igual que uno. Esto ha sido siempre  algo muy difícil de alcanzar en todas las culturas, porque nos tratamos de diferenciar desde el poder, los bienes o el conocimiento.

La primera característica para avanzar hacia una sociedad amorosa es considerar al otro con el mismo valor que uno mismo. Cuando uno reconoce esa igualdad automáticamente espera para el otro lo que desea para uno mismo. El desarrollo del ser humano logra entenderse solo gracias al vínculo gratuito con los otros. Esto se va desarrollando desde el nacimiento. Quien no ha interpretado el amor desde la primera infancia tiene muchas dificultades para quererse a sí mismo.

En la donación hacia los demás a través del amor es cuando uno se realiza. En la sociedad mercantil en la cual vivimos lamentablemente algunos son más legítimos que otros y reciben más beneficios por parte de la sociedad. Cada persona va construyendo sus imágenes del mundo a partir de las experiencias que tiene. Si las experiencias son limitadas, particularmente desde la primera infancia y/o encerrado dentro de una burbuja de cualquier naturaleza ya sea esta económica, cultural o religiosas, hay grandes dificultades para tener una imagen del mundo más completa y por ende de reconocer a una persona como un igual.

Hemos naturalizado juzgarnos entre seres humanos en vez de colaborarnos para expandir nuestras experiencias y salir de nuestras propias burbujas. El primer paso para una convivencia amorosa es recuperar la experiencia del otro que me permita legitimarlo, a partir de esas experiencias, frente a mis ojos.

Actualmente, hay dos elementos que marcan a las sociedades. En primer término, la formación religiosa en todos los estratos sociales. La fe en cierto modo lo que busca es decir “tú tienes la verdad y el otro no la tiene”. Eso es una manera de cerrarse a la experiencia del otro. Y en otro término encontramos el poder económico. Uno por los bienes que tiene es superior a otros que no tienen acceso a ellos. Suena brutal, pero así es la formación que recibimos. La única manera que estos dos ámbitos se vayan revirtiendo es que uno amplíe la experiencia de los otros. La legitimidad se logra desde la experiencia.

Cuando uno se siente que no es tratado legítimamente uno aplica lo mismo hacia personas que uno considera inferior. Una señora de escasos recursos decía que ahora se siente mejor en su día a día, porque desde que llegaron los extranjeros ahora a ellos los tratan mal.

Cada uno se construye gracias a muchas personas en todos los estratos sociales. Cuando uno alcanza algún grado de privilegio se entra a la misma vertiente de individualismo meritocrático en donde se siente que se ha autoconstruido y que no le debe nada a nadie. Y eso ocurre en todos los estrados sociales.

En el lado contrario, cuando uno siente una frustración de sentirse no visto uno de los caminos es la violencia. Por no reconocer tu existencia. Por ser considerado desechable. Se van transformando en personas invisibles, pero también ellas mismas hacen que otras sean invisibles. Es un drama, las personas vamos buscando descargar parte de nuestra rabia con quienes consideramos más frágiles. Es un círculo vicioso.

¿Cómo debiera ser una sociedad de convive de manera amorosa? Debe colaborar mucho con los padres para que ese amor y respeto se incube dentro de los espacios de crianza. En todos los estratos sociales hay personas que logran comprende la dignidad del otro y generar vínculos de amor y también otras que no. Sin embargo, cuando se pone parte importante de tu sentido de vida en la conservación o aumento de bienes materiales lo que se ha demostrado a lo largo de la humanidad es que uno empieza a empobrecerse como ser humano.

La economía a escala humana habla de cuatro ámbitos de la existencia humana: tener, hacer, ser y estar. Si uno exacerba demasiado el tener lo que ocurre es que parte importante de tu significado existencial lo marcarán los bienes que vas obteniendo y esos mismos bienes frente a los demás te harán sentir mejor persona si los tienes y peor si no.

 ¿Dónde está puesto el sentido de vida de esas personas? Lo que prevalece es que cuando uno tiene más bienes destina más tiempo para cuidarlos, para protegerlos e incluso para aumentarlos y eso quita mucho tiempo para poder vincularse dignamente ante los demás. Y eso trae como consecuencia las altas tasas de desigualdad material que vivimos. Eso se va replicando también a nivel micro social. Dentro de un sector de pobreza hay consideradas personas de clase alta y clase baja.

El ser humano, al ser provocado a buscar su sentido en los bienes que posee y bombardeado en mensajes en donde se señalan que aquello es una fuente de felicidad, se terminan poniendo mayores barreras para poder reconocer al otro.

Conversación con Benito Baranda, Presidente América Solidaria